El bruxismo, la hipertrofia de los músculos maseteros o la luxación recidivante de la articulación temporomandibular (ATM) son patologías faciales que pueden mejorar tanto funcional como estéticamente con la aplicación de la toxina botulínica.
En el caso de hipertrofia de maseteros, se aprecia un aumento de la anchura del tercio inferior de la cara y del volumen de los ángulos mandibulares, ya que son los músculos que participan en el cierre y la masticación. La aplicación de la toxina botulínica sobre estos músculos hace que trabajen menos y en consecuencia mejorará también la estética facial estilizando y suavizando el rostro facial.
La eficiencia de la toxina botulínica también ha sido demostrada en los casos de dolor miofascial asociados al bruxismo y en casos de luxaciones recidivantes de la ATM, reduciendo el riesgo de que el condilo mandibular vuelva a luxarse.
Otras aplicaciones de la toxina botulínica menos frecuentes pueden ser en casos de trastornos neurológicos que provocan movimientos involuntarios de apertura mandibular y en el Síndrome de Frey que se caracteriza por una sudoración gustativa que se produce como consecuencia de una cirugía de glándula parótida.
Dra. Estefanía Guisasola Lerma. Col. 2285
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